EL HOMBRE NO MERECE SER SOLADADO
Si la delictiva rutina pinta de matiz tradicional al amor
Y el más calido de los abrazos es fiel reflejo de automatización
Reavívalo pronto que la razón ilusa busca justificación
Y se torna insostenible que el tiempo auxilia el corazón.
Si no ves el destello del interjuego permanente de la ternura y la pasión
Y tu oído más no necesita escuchar aquella añeja canción
Velando va la muerte a la apacible melodía que alguna vez los unió
Y un beso se disfraza de distintiva comida sinsabor.
Si el sentimiento a la flor No me olvides le intercepta el florecer
Deviene inevitable, algo en la mirada empieza a fallecer,
Los ojos resignan su brillantez pues con dulzura no se permiten ver.
Si apenas uno de los soldados su escudo deja moler
Uno A uno aniquilados caen los ladrillos del castillo de miel.
Y es que no se escucha a un buen soldado hablar de rendición
Ni en los más temibles momentos de invasión, jamás
Jamás, es que sabe que no hay estoque que no desee su punta de sangre manchar.
No hay más agudo sentimiento que la muerte del alma a diario
Tan insaboro como al paladar otorgarle el gusto de lo rutinario.
Y es que aquel hombre que no ve a la costumbre un adversario,
Morirá siendo el mas exquisito manjar del habito
Espero que oigas el consejo mi vida, ese hombre no merece ser soldado
Si no sabe cuidar lo que tiene cuando lo posee a su lado
Y solo lo valora al llorar por verlo dilapidado.
Mariana Gottig